«Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta, y ora a tu Padre que está en lo escondido»

Mateo, 6, 6

Este camino de Cuaresma va llegando a su fin… Tan inesperado, tan accidentado como ha sido.
Se presenta en nuestro horizonte, aunque sea desde la ventana, la Semana Santa, la gran historia de amor. Estos días, quizá en la tele, quizá en nuestros ratos de oración, muchos recordaremos a un Jesús sufriente, cargando con la cruz, arrestado, traicionado… Pero lo más importante de este tiempo no es recordar con tristeza sino saber contemplar, reconocer
y celebrar en esta historia una entrega total de amor sin límites.

Nos encontraremos primero con el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, arropado y acompañado, bajo el grito de “¡Hosanna!”. Fueron muchos los que le saludaban agitando palmas y ramos, pero no tantos los que después lo acompañarían en los momentos cercanos a su muerte. Nos adentraremos después en el Misterio Pascual. Últimos días de Jesús, llenos de detalles y símbolos que, habiendo ocurrido hace dos mil años como meras circunstancias, hablan hoy de cómo el corazón del hombre ama (y desama) a Dios y cómo Dios ama al hombre. Hay en la memoria de estos días y en las lecturas que los acompañan algunas de las palabras y las actitudes más hermosas del paso de Jesús entre los hombres:
El primer momento que se conmemora en este misterio Pascual es la Última Cena, en el Jueves Santo. Jesús también reunió a sus amigos alrededor de una mesa con comida, para disfrutar de ellos, como haremos nosotros en cuanto podamos. Aquella noche Jesús quería estar con ellos por última vez, amarles y despedirse. Cae profundo en nosotros recordar que Jesús, rezando en el Monte de los Olivos, pidió a Dios que apartara de él el destino de la cruz, como lo habríamos pedido cualquiera. Cae profundo en nosotros recordar que, aun teniendo miedo y angustia, Jesús le dijo al Padre: “Pero hágase tu voluntad y no la mía”. Y más allá de esto, el Jueves Santo nos deja dos claves muy especiales: la Eucaristía y el servicio a los demás.
En esa Última Cena, Jesús instaura la Eucaristía y nos dice que en ese pan compartido entre los hombres se queda Él. Y durante esa misma cena, toma una toalla y una jofaina con agua y lava los pies de sus amigos, todos ellos desconcertados. “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?” Jesús, en sus últimos momentos, de todos sus mensajes de predicación, escoge uno para recordar a los discípulos: el del servicio humilde a los demás. Qué bonito es poder vivir el Jueves Santo sabiendo que en esa memoria hay palabras y gestos de Jesús que son columnas que sostienen la vida de muchas personas;
qué bonito es acordarnos en el Jueves Santos de aquellos que hemos conocido entregados al servicio a los demás por amor a Jesús.
El segundo momento del Misterio Pascual es la muerte de Jesús, en el Viernes Santo. En el camino a la cruz, hay muchos detalles que contemplar: la valentía de quienes lo acompañaron hasta el final, la negación perdonada de Pedro, la fe del buen ladrón que en su corazón tenía la certeza de que a su lado estaban crucificando al Hijo de Dios…
En la cruz están todos los dolores del mundo abrazados por Jesús.

Es difícil para todos vivir la Semana Santa como nos gustaría estos días. Pero quizá este encierro obligado traiga un regalo escondido en el hecho de no poder tener playa, ni viajes, ni tradiciones, ni jaleo, ni vida social. Quizá debajo del brazo este encierro nos traiga la posibilidad de vivir la Semana Santa como lo que de verdad es. Quizá este año sea una semana de más oración, más quietud, más silencio, vueltos hacia dentro y no hacia fuera. Ofreciendo. Y acompañando más que nunca a Jesús, que hoy sigue siendo crucificado en tantos lugares y tantas situaciones distintas.

El misterio de amor de la entrega de Jesús y nuestra Salvación continúa hasta la Pascua. Mantener el corazón despierto y observante estos días es dejarnos salpicar, tal vez más que otras veces, por este Misterio, que como la lluvia refresca la tierra seca y la prepara para reverdecer…

Rosa Vigil

Coordinadora de Pastoral

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