Son muchas las cuestiones que les surgen a las familias, y que están presentes también en el resto de la comunidad educativa, sobre el Programa de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento (PMAR); sobre todo: qué es, y para qué sirve.
En parte del imaginario colectivo PMAR se percibe, desgraciadamente, como un depósito donde colocar a algunos alumnos que están a punto de salir del sistema educativo, pero que aún tienen que estar escolarizados. Sin embargo, PMAR es una excelente oportunidad para aquellos estudiantes que necesitan volver a engancharse al sistema y tomar las riendas de su futuro.
Pero entonces, ¿qué es PMAR?
Según la Ley de la Comunidad de Madrid que lo regula, los Programas de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento son una medida de atención a la diversidad destinada al alumnado que precise de una metodología específica a través de la organización de contenidos, actividades prácticas y de materias diferente a las establecidas con carácter general, con la finalidad de que los alumnos puedan cursar el cuarto curso por la vía ordinaria y obtengan el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria.
Los requisitos para acceder al programa, recogidos también en la ley, son haber tenido dificultades para el aprendizaje, no imputables a falta de estudio, y haber repetido al menos una vez. Todo ello en el marco de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La ley nos dice también que tanto el ámbito científico tecnológico como el ámbito sociolingüístico deben ser impartidos por un solo profesor (aunando dos materias en una en cada caso).
¿Cómo trabajamos en PMAR?
Desde el punto de vista práctico, y basado en nuestra experiencia como profesores de ambos ámbitos y como tutores, el perfil del alumnado, más allá de los malos resultados académicos, es el de unos alumnos que necesitan cariño, atención y por supuesto, que necesitan límites y un método de estudio y de trabajo.
Al ser clases de pocos alumnos (entre 10 y 15), podemos llegar de una manera más individualizada y cercana a todo este tipo de alumnado, consiguiendo un vínculo y un conocimiento de sus problemas, tanto de aprendizaje como sociales, que de otra manera sería muy difícil conseguir. Este reducido número de alumnos, necesario en estas aulas tan heterogéneas, además de favorecer las relaciones de confianza en el aula, facilita la relación con las familias, desde el punto de vista de la tutoría.
Otro factor fundamental es el agrupamiento de asignaturas en ámbitos impartidas por un sólo profesor, ya que además de favorecer el aprendizaje, propicia que ese profesor pase tiempo con sus alumnos, y pueda conocer con mayor profundidad sus problemas y sus necesidades.
¿Y qué piensan los protagonistas de todo esto?
Preguntando a nuestros alumnos qué opinan sobre el programa, obtenemos respuestas que van desde que es una clase para “tontitos” o para alumnos con “menos capacidad” o una clase más fácil, hasta que “es una oportunidad muy buena, ya que son menos y pueden centrarse más”. Algunos lo sienten como “una familia” y alegan que “se sienten diferentes cuando vuelven a los grupos de referencia”.
Es precisamente una de las palabras que repiten la que nos inspira a nosotros como docentes: oportunidad. Oportunidad para profesores, ya que trabajar con este número reducido de alumnos es un privilegio; y oportunidad para los propios alumnos que, en la mayoría de los casos, perciben el grupo como una familia con la crean un vínculo, tanto con los compañeros, como con los docentes.
Francisco López
Profesor del ámbito científico-tecnológico y tutor en PMAR
Adrián Cuesta
Profesor del ámbito sociolingüístico y tutor en PMAR